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viernes, 29 de noviembre de 2019

Malasia, el punto de acceso a la ASEAN





MALASIA - La inversión extranjera directa (IED) se convirtió a partir de la década de los ochenta en uno de los pilares del desarrollo de Malasia, al aportar la financiación necesaria para transformar la estructura de un país que pasó rápidamente de ser productor y exportador de materias primas a convertirse en una economía de renta media con un entramado productivo diversificado y orientado hacia los mercados exteriores.

  • Ya en 2009, los procesos de liberalización de la inversión en el sector de los servicios permitieron la apertura a la IED de nuevas actividades como los servicios turísticos, la salud o el sector informático
  • El país se mantiene como un atractivo hub desde el que abordar el Sudeste Asiático. El Gobierno malasio sigue apostando por incentivar la llegada de inversiones extranjeras y la digitalización de su economía

Aunque las autoridades locales todavía restringen el acceso a aquellas ramas de producción consideradas esenciales, entre las que se incluyen la industria del automóvil o los servicios financieros, más de 5.000 empresas con participación extranjera de unos 40 países operan actualmente en el sector industrial y en el de los servicios. 




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Malasia, que cuenta con más de 70 tratados bilaterales de inversión, se ha configurado así como una excelente plataforma de acceso a los mercados de la ASEAN y mantiene unas estrechas relaciones con otros vecinos de la región, especialmente con China, que son, junto con Estados Unidos, sus principales socios, tanto en términos de comercio como de IED.

No obstante, y conforme el impulso económico ha ido permitiendo que se convierta de forma intermitente en un país emisor neto de inversiones gracias a su pujanza petrolera y bancaria y a su estratégica posición en la ASEAN, también se ha observado una cierta reducción en las entradas de IED, que en 2018 registraron, con 8.093 millones de dólares, una de las cifras más bajas de los últimos años.

Esta menor entrada de inversión ha tenido lugar en un año en el que se ha producido un inesperado cambio de Gobierno. Tras 61 años en el poder, el partido gobernante ha sido reemplazado por una coalición liderada por el anterior primer ministro.

El traspaso de poder sin incidentes ha dado prueba de la estabilidad democrática del país, así como de su solidez económica, si bien se han ralentizado y revisado algunos de los proyectos de infraestructuras impulsados por el anterior Gobierno.


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Incentivando la inversión


El marco jurídico y tributario, que se rige fundamentalmente por la ley sobre impuestos de 1967 y por la ley sobre incentivos a la inversión de 1986 (actualizada en 2014), promueve activamente la implantación de las empresas extranjeras.

Las autoridades locales han establecido una amplia gama de facilidades e incentivos fiscales con el objetivo de atraer esa IED hacia sectores considerados como estratégicos, principalmente dentro de la actividad manufacturera, y sobre los que se encuentra cumplida información a través de la Autoridad para el Desarrollo de Inversiones de Malasia (MIDA, por sus siglas en inglés) y en el documento específico "Malasia, inversión en el sector manufacturero" publicado por dicha entidad.

Son los casos de la iniciativa "estatus pionero" para los sectores agrícola, industrial y turístico, el "estatus de MSC" para las empresas tecnológicas y multimedia o la implantación de la etiqueta Bionexus dentro de la industria de la biotecnología.

Además, tal como se apunta desde la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Kuala Lumpur, si bien la preferencia nacional está presente en la normativa aplicable a concursos y contrataciones, "el Gobierno está tratando de liberalizar el sistema de empleo de expatriados en el sector manufacturero para promover la transferencia de tecnología y facilitar la llegada de personal cualificado a su territorio".

Estos programas de índole nacional se completan además con los incentivos que cada estado (Malasia es un Estado federal) aporta dentro de su ámbito de competencia y con la existencia de diferentes "corredores" o zonas geográficas específicas para el desarrollo de sectores considerados prioritarios y que también ofrecen unas condiciones ventajosas para las empresas que deseen instalarse allí y cumplan los requisitos.


Puerta de la ASEAN


El país se convirtió a finales de la década pasada en uno de los destinos preferentes de la inversión española en la región. Desde entonces, tal como queda reflejado en el artículo publicado por El Exportador "Malasia, rumbo a la prosperidad", empresas de diferentes sectores como Roca, Indra, Pikolin (a través de su filial Dunlopillo), Idom, Ormazábal, Técnicas Reunidas y, especialmente, Acerinox, que cuenta con una fábrica en Johor Bahru, comenzaron a optar por este mercado como una vía natural de entrada en los países de la ASEAN. Repsol está asimismo presente en el mercado malasio, donde el oil & gas es un sector de referencia.

Otras firmas españolas han participado en licitaciones de varios proyectos destinados a mejorar las infraestructuras de transporte de Malasia, pero muchos de ellos se vieron paralizados recientemente por el Ejecutivo debido a su elevado coste y al cambio de prioridades dentro de su estrategia de desarrollo.

Pese a ello, empresas como Indra, que ha suministrado el sistema automático de venta de billetes de la mayor parte del transporte público en Kuala Lumpur, mantienen su apuesta por el mercado.

Malasia se mantenía como el principal receptor de IED española en la ASEAN a finales de 2016, con una inversión bruta acumulada cifrada en 993 millones de euros.

No obstante, los flujos de inversión bruta española en el país, caracterizados por una cierta volatilidad, han visto reducidos sus números en el último ejercicio, pues apenas representaron un millón de euros durante 2018, tras suponer cerca de 59 millones en 2017 y alcanzar casi 90 millones en 2014.

Por último, hay que recordar que existe un Convenio para Evitar la Doble Imposición que entró en vigor en 2008, así como un Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones (APPRI), firmado en 1995 y en vigor desde el año siguiente.

Un presupuesto para 2020

El ministro de Finanzas, Lim Guan Eng, presentó el pasado 11 de octubre una propuesta de presupuesto para 2020 en línea con las aspiraciones de la estrategia Shared Prosperity Vision 2030, pues se centra en iniciativas para mejorar la inclusión social, orientar al país hacia la transformación digital e impulsar la competitividad malasia como lugar de destino para la inversión extranjera.

Recoge además unos ingresos fiscales de 297.000 millones de ringgits, que vienen a suponer cerca de 65.000 millones de euros. Frente al presupuesto anterior, se reducen los ingresos y los gastos, ya que en 2019 se ha contado con un dividendo especial de Petronas para reducir el déficit, que en 2020 no se va a repetir, en una apuesta clara por mantener la disciplina fiscal.

Algunos analistas consideran que, por el lado del gasto, la nueva propuesta incluye un conjunto de medidas dirigidas a mejorar la inclusión, elevar el presupuesto en educación, apoyar la adquisición de viviendas y dar subvenciones al transporte de los más desfavorecidos.

Si bien el impulso de las infraestructuras parece continuar en un segundo plano dentro de la estrategia actual de desarrollo del Gobierno, no es menos cierto que movimientos como la aprobación de la Política Nacional de Transporte para los próximos años confirman la decisión de seguir modernizando un sector ferroviario que previamente había sufrido la paralización de varios proyectos y ejecuciones. La consejera económica y comercial de la Embajada de España en Kuala Lumpur, Inés Pérez-Durántez, destaca que "se espera una reactivación de los proyectos en los próximos años y, sin duda, Malasia mantiene su atractivo tanto por sus expectativas de crecimiento como por el ecosistema que ofrece para abordar el Sudeste Asiático".

En definitiva, Malasia sigue trabajando para mejorar su ecosistema para los negocios, como refleja su ascenso a la posición 12 en el listado del "Doing Business" del Banco Mundial de 2020, y continuará generando oportunidades de inversión en el sector del transporte y de las infraestructuras, aunque posiblemente a menor escala que hace unos años, y también en otros ámbitos con elevado valor añadido como la electrónica, las energías renovables, el turismo o las tecnologías de la información.


Fuente: Javier García Cuesta

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